cartas marcadas

La práctica de tarot se expande en un mundo en el que se necesitan respuestas y no se las encuentra por las vías tradicionales. Entre la clandestinidad y el mainstream de las redes sociales, las taroristas ponen el cuerpo para conectar sensiblemente con los que están del otro lado del paño o de la pantalla ansiosos por entender más sobre sus vidas. Cinco experimentadas mujeres narran sus recorridos, dilemas y las preguntas recurrentes que reciben a diario.
Y o hace treinta años que empecé con el público. Treinta y seis años, entre que empecé a trabajar en un lugar de santería y ahora. Después me independicé, porque ese local se cerró y ahí empecé con todas mis lecturas al público, en otra santería, en Almagro. Doce turnos por día tenía. Más no podía. Venían de todas partes. De Tucumán… viajaban a Once a hacer compras y pasaban. Y se compartían la recomendación entre ellos. Familias enteras he atendido. Comencé porque me gustaba esa santería, fue el lugar que me abrió las puertas del corazón. Para mí las cartas son parte mía, yo las miro, las toco y es como que ahí soy yo otra persona. Es mi conexión total. Y aquí aprendés de la gente. Primero, a ver que siempre hay alguien que está peor que uno. Cuando alguien viene a la santería es por algo, por algún dolorcito de su vida, de su situación. Y no digo que busca la solución total, porque no existe, pero sí lo empezamos a ayudar con cosas, con fe, una luz te abre el camino. Yo soy mucho de la luz, de prender una vela y verla. Yo les aconsejo mucho al público. Hay mucha gente de toda índole: profesionales, no profesionales, humildes con dinero, y todos somos seres humanos y sentimos cosas, obvio, como todo en la vida. Y siempre les voy con sinceridad. Y después hay muchos también que me dicen “gracias a vos, Celia, no perdí la casa”. Yo lo que digo, un suponer, es: si lo veo en las cartas ahí sí pueden avanzar o que esperen. Todas esas cosas uno aprende de ellos y las ve en la lectura. Los años te van dando también sabiduría para transmitir eso. Y ante todo la fe. La gente tiene que tener fe. Si hacés bien tu trabajo, gente siempre tenés. Un buen tarotista es como un buen médico. Pero yo no soy una ambiciosa en nada. Si hubiese sido ambiciosa, estaría recorriendo Europa, pero no estoy para eso. Acá vienen jueces, políticos. Para mí son todos iguales. Treinta años, imaginate. En pandemia solo corté y cuando vi que podía atender online lo hice y no paré. Lo hago por Whatsapp. Pero sigue funcionando el boca en boca. Y yo les hago una lectura de un año y después vuelven. Algunos se leerían una vez por mes, para mí no funciona. ¿Qué decir? Aprendí muchas cosas, gracias a la gente y gracias a las cartas. Para mí son todo. Yo las palpo y ya está, y si son viejitas mejor. Una vez tuve un cliente… nunca me olvido, jovencitos éramos. Él era modelista, un diseñador, y le salían muy lindas cartas porque él era muy lindo. Y le salía que tenía que ir a Italia a hacer un recorrido y yo sentía que iba a triunfar y volvió a los tres años y me trajo unas cartas marsellesas y las tuve años y hasta ahora le falta un pedacito de costado pero siguen siendo muy especiales para mí. Y todavía las guardo, tienen una conexión muy bonita, por eso te digo que las cartas cuanto más viejitas mejor.
Celia, Mataderos
luna llena
Al principio me daba miedo. Me decían que se mueven energías fuertes, que tenía que limpiarme después de cada lectura. Lo hacía para divertirme, como empezamos todas. Mis amigas y yo y los males de amores. Ay, cuando te sale el 3 de espadas, ay, cuando te salen los caballos de bastos. Nos divertimos. Después nos hacemos las serias, pero todas terminamos en esa. Todas y todos. Los chabones también se leen. Son los menos. Les da más vergüenza, pero son las lecturas más lindas. A mí me da ternura. Me hace acordar que en el fondo a todos nos da miedo lo mismo. Igual, yo no leo algunas cosas y se los advierto a los que consultan porque son tremendos: no leo sobre hijos, no leo sobre enfermedades, no digo si te vas a morir o no. Hay quienes querrían saber eso, te juro. ¿Para qué? Y les aclaro: si sale La Muerte no significa que te vayas a morir. Se pegan cada susto si no se los aclaro. La gente se pone muy susceptible. Y se hace adicta, también. Estamos muy mal el último tiempo, hay un pico, como con fin de año, y la pandemia, ahí explotó. Y dicen que se van tranquilos. Y a mí eso me hace bien. Es una hora, ponele. Armamos la lectura, cuentan sus cosas. Un toco y me voy. Yo no es que sigo pensando en sus vidas, pero tengo como una historia clínica mental. Me olvido, y cuando vuelven y les leo, me acuerdo. Uno tiene una misma pregunta en la vida y la repite y la repite y la repite. Yo me doy cuenta por ellos. Siempre traen la misma pregunta y el tarot les responde siempre lo mismo y no lo notan. La gente quiere que le leas tipo vidente, que le digas tal o cual. Para estar preparados. Me pasó una vez de una mujer que quería que le dijera si la iban a estafar con una camioneta. Ahí está todo, en las preguntas que hacen. Yo preparo el espacio, tengo mis cristales, mi sahumerio, las limpio en luna llena. No sé si me obsesiono, pero sabés todas las historias que han escuchado esas cartas. Me ha pasado de gente que no cree. ¿Para qué vienen? ¿Me querés decir? Por momentos yo dejo de leer, me cansa. Es mucha responsabilidad. Es un modo también de conocer al otro. He tenido mis historias gracias a las cartas. Yo me las leo a mí misma, pero sé que me miento. No me importa. A mí también me da ansiedad. Y son una compañía. Y las respeto mucho. Leí un montón de libros, de modos de hacer lecturas, busco mucho en internet, pero no soporto a las caretas, las brujas chetas les digo yo. Yo me doy cuenta. Para mí, para leer las cartas bien tenés que haber tenido un dolor. Y ser bruja, bruja posta. Ahí sí se lee. ¿Cómo explicarlo? Es como flotar. A veces eso sí me da miedo. Se siente el corazón rápido y ves la historia. Ahí: principio, medio, fin. Y ahí no es solo el consultante, sos vos también. Yo me he hecho de todo: constelaciones, runas, lectura de manos, pero el tarot es el que funciona. Yo le creo porque, más allá de la persona, las cartas están ahí y si vos querés podés leerlas. Tenés que escuchar, nomás, es como jugar un poco. Por eso no me gusta hacer un negocio con esto. Yo no digo quién soy, me desdoblo. De día ando con los trámites, Tribunales, no quiero decir mucho más, tengo esos trabajos serios. Y en paralelo hago esto que me encanta. Hay mucho prejuicio todavía. Como que si hago mi trabajo cotidiano y digo que leo, me van a ver como que lo hago mal. Del otro lado no pasa. Yo puedo leerte el tarot y a vos no te interesa quién soy yo. Vos venís con tu pregunta. Yo soy una cara que habla lo que dicen las cartas. A veces pienso en dedicarme solo a eso, pero todavía no. Lo guardo para cuando no pueda hacer lo otro, como una especie de trabajo full time para cuando me llegue la jubilación, pero falta todavía, así que ahora es más así, como un servicio social.
Andrea, Florida
la dramaturga
El amor es el top de las consultas. El desamor, diría yo. Porque si te va bien en el amor, no venís. Y ha aparecido también un poquito más fuerte como tema el cambio de vida. Personas que no quieren más este estilo y preguntan porque quieren romper todo e irse. Los más chicos, sobre todo, están preguntando eso. Y las mujeres están empezando a cuestionar sus parejas heterosexuales de toda la vida. El 90 por ciento, te diría. Esto es más de la época, cambiar las estructuras, si bien sigue siendo en muchos casos el conflicto sentimental. Yo misma llego al tarot, obviamente, leyéndome. Esto lo cuento en la obra de teatro que hago sobre mi relación con las cartas. Volvía de un viaje muy mal, había ido a ver al hombre de mi vida al otro lado del mundo y el hombre de mi vida me dejó. Era un verano acá en Bahía Blanca, cuando volví y estuve entre comprarme el tarot o los patines. Y me compré el tarot. Y tomé una clase y después tomé otra clase y me largué con un manual. Hasta ahí no pasaba de ser un juego de mujeres, de sábado a la noche con amigas. Pero esto fue hace quince años. El problema empezó cuando empecé a acertar y la gente empezó a darme devolución: “esto que me dijiste pasó”. Es muy loco descubrir a los cuarenta años, como tenía yo ahí, que tenés la capacidad o la facilidad o la intuición para ver algunas cosas del futuro. Fundamentalmente muy loco porque yo no lo percibo para mí. Yo pienso también que es como la fascinación del que aprende a leer o el que aprende un idioma nuevo. Decís: lo estás aprendiendo, lo estás aprendiendo y en un momento lo hablás. Tuve que asimilar que eso está y acomodarlo ahí adentro de mi mente y de mi cuerpo. El de afuera cree que vos vas sabiamente por la vida. Y es mentira. No vas sabiamente un carajo. Vas por la vida. Punto. A veces me pasa el agobio, también. No siempre tengo ganas de leer. Es una relación temperamental con el tarot. Pero además porque ha sido muy puto el tarot conmigo. Cuando yo necesité financiarme un poco con esto, que era fin del año pasado, hasta que me llegara la jubilación, ni a una persona le leí. Ahora que no necesito financiarme con eso cae gente a cada rato. Y más con la obra de teatro que es de mucha exposición. A mí me tuvo atada el tiempo que trabajaba en la escuela, dando clases. Toda mi vida trabajé de eso. Una escuela católica de línea muy dura, medio ortodoxa. Igual, yo creo que sabían todos que leía el tarot. Te diría que hasta el cura. Pero lo tenía un poco más cuidado. Una vez que salí de ese medio, a mí no me importó nada. Igual, no me asombra y no me fascina, yo te lo digo con total sinceridad. Sí reconozco que a la gente le hace bien, se va contenta. En la lectura, si ves que algo no está bien, tratás de ver qué otra opción tenemos. Intento que sea positiva, a pesar de lo que tenga que decirle no sea bueno. Que la persona se vaya con puertas abiertas, no con puertas cerradas, que va a estar algo bien, que van a aparecer personas. Siempre hay algo más adelante. También está lo otro para mí: la pesada herencia. Por sangre, por genética, por ADN, por eso también leo. Y yo lo anclé en el tarot. Tal vez, si hubiera agarrado runas, serían runas. Soy respetuosa pero yo no me la creo. No me creo a veces que esto que te estoy diciendo sea real. Como que la conexión neuronal arranca, si leo tres veces por día, quedo acelerada. Pero no tengo rituales. Cuando la persona se va, guardo el tarot, guardo el paño y eso se queda ahí. Sí a veces prendo una velita en el momento de leer por una cuestión de convocar si hay alguien a quien convocar, que tampoco sé muy bien quién puede ser que venga. Una luz como para también generar un ambiente de lectura. Para mí es crear un espacio entre mítico y teatral. Pongo la vela, apago la vela, termina la función.
Carlina Palacio, Bahía Blanca
herramienta narrativa
Yo tengo consultantes de otros países. En todas partes quizá está esta preocupación, pero no tan marcada, sobre la incertidumbre con respecto a la fuente de trabajo y sobre la evolución a nivel profesional en este contexto tan inestable económicamente hablando. Yo creo que las consultas laborales y profesionales ahora les están ganando en la Argentina a las vinculares. No es por mandarme la parte, pero ya hace veinte años que leo y hay cosas que a primera vista ya sé cómo van a salir. Pero yo te digo lo que te va a pasar de acá a dos meses, seis meses, cosas comprobables. Yo empecé desde muy jovencita a interesarme no solo por el tarot sino por diversos temas del esoterismo occidental. Me inicié desde bastante joven en lo que llamamos metafísica cristiana, que en realidad es una de las ramas más predominantes de lo que es el nuevo pensamiento. Son los que más están de moda ahora: todo lo que tiene que ver con el autoconocimiento, con la sanación holística, con la visualización, la meditación, el trabajo con energías. Mi práctica no solo es en el tarot sino también la magia. Yo tengo una definición personal de la magia, que es formas extraordinarias de lograr resultados extraordinarios y que a menudo opera también con herramientas extraordinarias. ¿Qué quiero decir con esto? Que, si bien la magia se puede lograr mediante cuestiones cotidianas, hay algo que sale de la normalidad o de lo cotidiano. Con la magia me fui diversificando, más que nada porque pude estudiar más en profundidad a otros tipos de prácticas, así que ahora me estoy abocando no solo a lo que es la lectura de interpretación del tarot en consultas o enseñando, sino también haciendo un análisis un poco más exhaustivo. Creo que quizás eso es lo que me distingue de muchos creadores de contenidos. Yo trato de alejarnos un poquito de todo el new age que en general se basa en conceptos muy simplistas como, por ejemplo, que si vibrás alto tu vida va a ir perfecta, y en general esa visión excluye muchos factores que son sociales, culturales y sobre todo políticos. Entonces yo creo que mi visión con respecto al tarot comparte una búsqueda que hoy por hoy está tomando mucha fuerza, que es volver a las fuentes de estudio un poquito más serias o con más trayectoria y alejarnos un poco del contenido digital. Estoy tratando de compartir eso con mi comunidad. Cuando yo digo que practico la magia, quiero decir que trabajo con fuerzas que quizá a primera vista son invisibles, aunque en realidad no lo son. Hay muchas definiciones de magia, igual; esa es mi definición personal. Yo creo que es muy importante tener en cuenta que no es solo una herramienta predictiva porque hay una cierta dicotomía que se da entre los tarotistas. Hay gente que entre comillas hace tarot evolutivo y hay gente que hace tarot predictivo. Yo creo que una cosa no excluye a la otra porque justamente, como el tarot es una herramienta narrativa, yo puedo quizá ver cuál es el posible resultado de una situación, pero sin dejar por fuera toda la parte de autoconocimiento que tiene la lectura. Pero, como decía, yo lo que recomiendo es que haya espera, esperemos a que pase lo que sale en la lectura. Por ejemplo, si yo le hice un pronóstico de un mes, esperemos que pase este mes, esperemos que pasen estos tres meses o, en todo caso, si querés repreguntar sobre lo mismo, dejemos pasar cuarenta días para que todos los factores que vimos manifiestos en la lectura justamente puedan suceder. Para que el consultante tampoco caiga en el error de abusar de la herramienta, porque el abuso tampoco lleva ninguna satisfacción y la lectura además no está para apaciguar ningún tipo de tristeza. Por mi forma de comunicar, capaz que te ofrezca empatía, te ofrezca consuelo, pero la lectura no está para consolarte por lo que te pasa.
Mel Knarik, Núñez
vueltas por el universo
Antes de la pandemia yo hacía lecturas presenciales en mi casa porque mi esposo trabajaba en una oficina. Entonces yo tenía toda la tarde que no estaba en la escuela. Cuando ocurrió lo de la pandemia, yo dije “bueno, y ahora qué hago, no leo más las cartas hasta que todo esto pase y después vuelva a la normalidad”. Pero nunca se volvió a la normalidad, porque mi marido nunca más tuvo un trabajo que fuera presencial completamente. Entonces nunca más tuve el espacio disponible. Y seguí con las lecturas virtuales y las hago por videollamada. Hace muchísimo tiempo que estoy en esto del tarot. Tengo 35 años para 36 y empecé a leer las cartas hace casi veinte años. Soy profesora pero trato de mantener esas dos vías medio separadas porque todavía siento que se presta como a la cargada, como que se lo toman a la ligera y no sé si tengo ganas de andar explicando cómo funciona esto. Yo empecé porque estaba en un momento de duelo y me leyeron en Plaza Francia, en la Feria de Artesanos. Yo había preguntado por una situación dolorosa y me habían dicho que iba a estar todo bárbaro. Bueno, resultó que no estaba todo bárbaro. Y después conocí a la madre de una amiga que era tarotista y me enseñó. Y las cartas habían sido clarísimas, no fallaron. El que falló fue el mensajero. A mi familia no le gustaba mucho que yo leyera el tarot, después obviamente se fueron acostumbrando cuando vieron que yo no andaba sacrificando cabritas. Para mí es más útil cuando te abre un poco el panorama en lugar de decirte sí o no, blanco o negro. Te abre posibilidades, como que te da herramientas para la acción. Para mí no sirve para confirmar cosas que uno ya sabe que va a hacer y que esté clarísimo. He tenido la experiencia de decir “mirá, en tal fecha, vas a conseguir laburo” y se da. No te puedo explicar de dónde viene la información, sentís como algo distinto cuando eso se activa, como que en esta cosa es bueno, abro este canal, es como que de golpe lo estás abriendo y lo que se siente es algo corporal. Funciona. Yo tengo consultantes que vienen cada tanto, muy en detrimento de mi economía vienen cuando yo se los voy marcando, porque hay gente que por ahí se presta a que le leas semana por medio. Las consultas en general vienen muy por el lado del amor, trabajo, dinero, proyectos. Estos últimos años siento que con la pandemia mucha gente quiso cambiar de rumbo, dedicarse a otra cosa, tirar todo por la borda y decir “bueno, esta es mi nueva vida”. Entonces hubo mucha consulta así, tipo “me quiero dedicar a esto, quiero dejar mi trabajo de abogado y dedicarme a ser freelancer de otra cosa”. Y por ahí, con toda esta cosa más masiva de redes sociales, se le dio otra vuelta de tuerca a lo de qué preguntar y cómo abordar los temas para que te dé una respuesta que te resulte más enriquecedora o que te sirva más o que te dé más sosiego. Entonces por ahí la gente ya no pregunta “¿vuelve o no vuelve?”, sino “¿qué pasó con Fulanito?”. Van como más al hueso, son más reflexivas, como que hay otra conciencia por ahí de los consultantes. Pero cada tarotista tiene su propio público. De alguna manera te van llegando consultantes afines, me da la impresión, pues yo veo algunas colegas en redes a las que sí les preguntan cómo va con Fulano y yo me encuentro con gente que me pregunta otro tipo de cosas. También tiene que ver con lo que vos mostrás.
Jime Saturnina, Caballito
