todo el poder al bitcoin

El nacimiento de las criptomonedas y de la seguridad blockchain generó grandes expectativas emancipatorias. La posibilidad de una nueva arquitectura financiera, autónoma de los bancos centrales, parecía posible. Pero, en línea con otras tecnologías y redes digitales, fueron quedando lejísimos de las fuerzas progresistas y las extremas derechas se las reapropiaron con un sentido antisistema pero únicamente especulativo. La batalla sigue abierta, aunque se torna cada vez más cuesta arriba.
Para ir se necesita invitación. Los asados, convocados con cierta regularidad en un grupo de Telegram, se hacen en la terraza de un icónico edificio en Juncal y Uruguay, en el barrio porteño de Recoleta. Desde 2022 que son una tradición para algunos de los miembros más antiguos de la dispersa comunidad bitcoiner nacional: “Va gente que compra y vende bitcoin, gente que hace minería, developers, gente que está viendo qué negocio puede hacer, otros que están viendo quiénes van a invertir en su negocio que no sirve para nada…”, enumera la dueña de casa, Ximena De Tezanos Pinto. Aunque muy activa en el ecosistema, su fama no es por esa pertenencia sino por vivir un piso arriba de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Argentina tiene una de las comunidades cripto más pujantes y extensas del mundo. A fines del año pasado había más de 10 millones de cuentas de criptoactivos en el país, según calcula la Comisión Nacional de Valores. Hay quienes entraron motivados por la golpeada economía del país, pero otros también porque sueñan con un cambio social a través de estos activos o de su tecnología subyacente, el blockchain.
¿Cómo y para qué se organiza la comunidad realmente existente? ¿Tiene algún viso de verdad el estereotipo del criptobro libertario? ¿La izquierda perdió la oportunidad de pensar en un uso emancipatorio de las cripto y su tecnología circundante?
corazoncito bitcoin
Bitcoin, la primera criptomoneda descentralizada del mundo, fue inventada en 2008 por un tal Satoshi Nakamoto, cuya identidad real no se conoce. Funciona mediante la colaboración de computadoras, que actúan como nodos en una red peer-to-peer (cada compu actúa como servidor de archivos). Mantienen una copia independiente de un registro de transacciones inmutable, llamado blockchain, sin supervisión central. Las transacciones se validan mediante el uso de criptografía. El consenso entre los nodos sobre el contenido de la blockchain se logra mediante un proceso computacionalmente intensivo: la llamada “minería” de criptos.
“Del 2009 al 2010 los que sabían de esto eran principalmente programadores, gente del mundo ciberpunk”, dice Rodolfo Andragnes, fundador de la ONG Bitcoin Argentina. Andragnes se volvió bitcoiner por casualidad: en 1997, durante los albores de Internet, comenzó a trabajar en un sistema de acumulación de puntos para fidelizar a los clientes de distintas empresas. El nombre que le dio al proyecto fue clave: Bitcoins. Fue la primera vez que alguien usó esa palabra. Registró el dominio bitcoins.com y, en 2011, lo vendió a la plataforma de intercambio japonesa Mt. Gox, que en ese momento tenía el 95% del mercado de compraventa de este activo. “Del 2011 al 2013, se empezó a enterar cierta gente común porque Bitcoin pasó de 1 dólar a 32 cuando apareció la plataforma Silk Road y un artículo que decía que Bitcoin se podía usar para comprar drogas”, dice Andragnes.
En esos primeros años, rememora el bitcoiner Nicolás Pohl, había en el ecosistema más “hackers, programadores y autonomistas del Internet que apostaban al potencial descentralizador” de Bitcoin. Fuentes del sector aseguran que mucha de esa gente inicialmente idealista huyó de ese mundo luego de obtener ganancias extraordinarias a través de las fluctuaciones del precio de la cripto.
En Argentina, Bitcoin también sedujo a otro tipo de usuarios. “Antes de la masividad de 2019 y 2020, la gente se unía por dos motivos: estaban los antisistema, que querían quemar los bancos centrales, que no haya más monedas centralizadas de los Estados, y los que se unían porque ‘che, Bitcoin me solucionó un problema particular’. En mi caso, fue lo segundo”, dice hoy Julián Colombo, director de Bitso, una de las principales exchanges de cripto. Ese problema particular, resume, es la economía argentina, propensa a empinadas devaluaciones y a bizantinos controles cambiarios. “De repente, si había algún evento un fin de semana, el dólar cripto marcaba lo que podía estar el lunes [el tipo de cambio] cuando abriera el mercado”, dice Colombo. «Dólar cripto» es otra forma de decirles a las stablecoins, es decir, criptomonedas cuyo valor están atadas a una moneda dura como el dólar, que están entre las favoritas entre los ahorristas del país.
Aquí es donde se abre una de las internas de este ecosistema: hay quienes consideran que el bitcoin es una criptomoneda más (la primera y la más robusta) y otros que niegan que cualquier cripto surgida después valga la pena. Los segundos usan el término “cripto” despectivamente para referirse a los primeros, que también adoptan monedas como ether de Ethereum. Son los miembros de esa comunidad cripto ampliada, además, quienes creen que la tecnología subyacente de estas monedas, la blockchain, puede tener aplicaciones sociales distintas a las de solo soportar criptomonedas. “Sin embargo, en la Argentina el corazoncito de gran parte de los argentinos sigue siendo bitcoiner —agrega Colombo—. El 50% del balance en la billetera, o sea, de los fondos que tienen los usuarios argentinos, está en bitcoin y el otro 50% entre todas las otras 55 monedas que tenemos listadas”.
el manifiesto
En Criptocomunismo (La Cebra, 2020), Mark Alizart afirma que Bitcoin es el sueño de Karl Marx vuelto realidad. El protocolo de la criptomoneda sería el autogobierno que el comunismo no pudo desarrollar para destruir al Estado capitalista. Otra pista, en este sentido, es que en el “bloque génesis” (es decir, el primer bloque de la blockchain minado por el misterioso Satoshi Nakamoto) hay un mensaje: un titular del Times de Londres del 3 de enero de 2009 sobre un salvataje estatal para los bancos, una sutil referencia a la crisis financiera que inspiró el nacimiento del dinero descentralizado. El white paper de Satoshi, el documento de nueve páginas que explica la tecnología detrás de Bitcoin, sería equivalente al Manifiesto Comunista. Según esta visión, mientras la izquierda deviene en tecnofóbica y conservadora de las instituciones, la derecha se apropia de una tecnología que se presenta como antiestatal y antisistema bancario.
Como director de la billetera Bitso, Colombo se reunió con autoridades de izquierda en Colombia y México, que le hablaron de “la potencialidad que tiene [Bitcoin] para llegar a zonas a las que las instituciones financieras no llegan para la inclusión financiera y tecnológica a muchas personas”. “Creo que, hace unos años, quizás la izquierda cripto estaba un poco más fuerte. Lo que hizo [la derecha], entre comillas, es el buen trabajo de politizar para su lado”. Colombo recuerda cómo las administraciones peronistas hicieron lo opuesto. Por caso, Miguel Pesce, en sus gestiones al mando del Banco Central en dos gobiernos peronistas, era “anticripto” y en mayo de 2022 prohibió a los bancos operar con criptoactivos luego de que el Galicia lo habilitara. “Eso trajo un retroceso al sistema que lamentablemente aún no podemos recuperar”, dice Colombo hoy.
El director ejecutivo de Bitso agrega que, además, los reguladores argentinos “te vienen a buscar como si fueran activos tradicionales y es difícil explicarle a la AFIP cuando le quiere cobrar al usuario por un bitcoin que compró en un peso y que ahora vale 20 millones. ¿Me querés sacar 10 palos? Y… no sé si lo podés mirar con la misma óptica”.
Para Alex Gladstein, director de Estrategia de la Human Rights Foundation, Bitcoin puede funcionar como alternativa a los ajustes permanentes que el Fondo Monetario Internacional exige a países como la Argentina. Gladstein dice que solo el dólar estadounidense, el euro y un puñado de otras monedas son consideradas dinero. “Solo unos mil millones de personas en el mundo viven en democracias liberales con derechos de propiedad y libertad de expresión con una ‘moneda de reserva’: es decir que, si salís de tu país con ese dinero, te lo aceptan. Si salís de tu país con pesos de Argentina, liras de Turquía o libras de Egipto, son completamente inútiles: fichas de casino”, dice a crisis. Gladstein insiste en que el FMI solo puede funcionar en este sistema, al que llama “de castas monetarias”, ya que la institución conducida por Kristalina Georgieva da préstamos que deben ser repagados en dólares y no en la moneda del país deudor. Y que la forma de devolverlos es devaluando frente al dólar. Si el bitcoin crece, agrega, “entonces tal vez algún día tendremos una moneda neutral abierta para todo el mundo, que no puede ser manipulada o controlada por un país, y en ese mundo no se puede forzar un ajuste estructural”. Ese “control descentralizado” grabado con piedra en el código también atrae a los más monetaristas: como está escrito que solo se emitirán 21 millones de monedas, consideran que es anti-inflacionaria.
nuevas plutocracias
En El Aleph, un moderno y amplio cowork en Palermo con pufs, mesas y citas del cuento de Jorge Luis Borges en las paredes, Mate Salas, de 24 años, dice: “Mi utopía no es cripto como activo financiero sino la blockchain como infraestructura tecnológica para permitir una interacción digital en el futuro con herramientas más transparentes, directas y eficientes que de hoy”. El joven, que hoy es embajador de diversas marcas y productos, ingresó al mundo cripto pagándoles a personas para que jueguen a un videojuego cuya recompensa eran tokens que él luego vendía. Su sueño cripto incluye contratos inteligentes, tokens que se pueden intercambiar por cervezas o hamburguesas e incluso, por ejemplo, historias clínicas tokenizadas en la blockchain.
Pero fundamentalmente tiene una apuesta: las Organizaciones Autónomas Descentralizadas (DAO, por sus siglas en inglés). Las DAO son una manera de gobernanza directa y descentralizada, en la que la cantidad de votos que cada usuario posee depende de cuántos tokens tiene. Buscan reemplazar a la burocracia humana.
Las más conocidas están montadas sobre la blockchain Ethereum, pero acarrean varios problemas, muchos de los cuales derivan de la virtual inmutabilidad del código una vez que se echa a andar. Un miembro de una DAO argentina dice: “Son una plutocracia, la diferencia es que en las plutocracias del mundo real los millonarios en general no tienen la plata en los países donde gobiernan. En el caso de los proyectos cripto, vos tenés assets (activos) del proyecto, entonces supuestamente hay un incentivo a la alineación de que la toma de decisiones tiene que ser lo mejor para el proyecto. Algo que pasa mucho es que la gente que más stake (inversión) tiene en realidad considera con bastante razón que el valor del token, es decir, el valor de su riqueza está definido por movimientos de mercado más grandes que los que puede generar una discusión en la DAO. Entonces no votan y muchas DAO quedan inactivas porque nunca se llega al quórum necesario. Por otro lado, como en cualquier sistema político donde haya votos, los votos se compran y se venden”.
Por eso, agrega la fuente, muchas DAO están en un proceso de reforma política para volver a una “democracia indirecta” y dejar de lado la tecnooptimista utopía original. “Toda la gente que empezó estas cosas son todos ingenieros con poco conocimiento de política y de dinámicas humanas. Entonces se sorprendían cada vez que pasaban estas cosas: ‘mirá, están votando juntos’. Sí, se llama partido político, amigo. Es como que estos mecanismos terminan convergiendo en cosas que más o menos conocemos y hay muy pocos proyectos que pueden hacer movidas radicales muy distintas”.
Quizás la iniciativa blockchain solidaria más conocida del país haya sido la de Santiago Siri, del Partido de La Red, que en 2021 lanzó un token llamado UBI (por Universal Basic Income), con el plan de que funcionara como una renta básica universal. Pero el activo se estrelló y el proyecto se canceló.
Para el antropólogo Ulises Ferro, que hace años estudia la comunidad cripto en el país, los intentos de “resignificar la tecnología blockchain en un sentido más solidario, por decirlo de alguna manera, están condenados al fracaso”. Según él, incluso entre los usuarios más pragmáticos, aparecen “núcleos de sentido asociados a la autonomía individual, al emprendedorismo, a la independencia financiera».
satoshi sos vos
Miles de personas observan expectantes a tres encapuchados de negro parados en un escenario en Costa Salguero. Labitconf, la conferencia bitcoiner por excelencia, promete que va a revelar la identidad del elusivo Satoshi, el ídolo de multitudes del que nada se sabe. Rodolfo Andragnes, organizador del evento, le quita la capucha a uno por uno: primero, el criptógrafo canadiense Peter Todd, a quien un documental de HBO acusó de ser el creador de Bitcoin. Luego, Stephen Mollah, macroeconomista y empresario británico que meses atrás se autoproclamó como Satoshi. Pero, cuando estaba por quitarle la capucha a la tercera persona, las pantallas se llenaron de las palabras “you” y “tú”. “No importa quién es Satoshi Nakamoto, porque todos somos Satoshi Nakamoto”, dijo Andragnes al micrófono. Es que, según esta visión, la identidad anónima de Satoshi es un símbolo de la descentralización que propone Bitcoin.
“La parte más importante de Bitcoin es que su creador, Satoshi Nakamoto, se fue”, dice Agustín Kassis, fundador de la comunidad bitcoiner y libertaria La Crypta. “Las demás tienen un creador, son personalistas, tienen un líder carismático que el resto de la comunidad sigue, son propensas a la corrupción, porque imitan lo que pasa con el sistema político”, agrega. Por ejemplo, el ruso-canadiense Vitalik Buterin es uno de los creadores de Ethereum y su principal cara visible. Para gente como Kassis, esto atenta contra la descentralización. «Mi mayor enemigo es el Estado», dice. En 2013 fundó un exchange de Bitcoin y, según cuenta, ese año le cerraron cuatro cuentas bancarias porque “había una circular que instruía a dar de baja todas las cuentas que estuviesen relacionadas con Bitcoin”. Como varios bitcoiners, él no ve en la blockchain un mundo de posibilidades.
Rodolfo Andragnes cuenta que de fines de 2013 a principios de 2015 la moneda virtual cayó de 1200 dólares a 172. “Bitcoin pasó a ser una mala palabra y comenzó el discurso de ‘lo importante es la blockchain’”, dice Andragnes. De hecho, la palabra blockchain ni siquiera aparece en el white paper de Satoshi. “Las empresas empezaron a bajarse, las Big Four [las cuatro firmas de asesoramiento empresarial más grandes del mundo] decían a todo el mundo que tenían que desarrollar blockchain. Hasta el 2017, que Bitcoin pega un disparo a 20 mil. Y ahí, bueno, listo, lo importante es Bitcoin de vuelta”, dice Andragnes. Es decir, la noción de que la tecnología subyacente al Bitcoin es lo realmente valioso no sería más que una estrategia defensiva de la industria, subproducto de un crash momentáneo. Kassis coincide y amplía: “Es algo así como que alguien se enamore de la fibra óptica, diga que Internet no es importante, y se ponga a hacer sogas con los cables”.
Para Kassis, muchas de las propuestas de utilizar blockchain en realidad no requieren esa tecnología, y no solucionan ningún problema real. “Si yo quiero tokenizar propiedades en una blockchain puede ser que el Gobierno en algún momento lo acepte. Pero el día que el Gobierno te diga ‘esta blockchain no maneja más el registro de propiedad’, la blockchain no me garantiza ninguna propiedad de nada. Simplemente es el único que me está garantizando la propiedad, el que efectivamente puede garantizar la propiedad es el Estado, no la blockchain”. Bitcoin, en cambio, se sostiene solo en su propia red.
Más allá de la descentralización del dinero y el discurso antiestado, con esta visión los casos de uso se restringen significativamente. Julián Drangosch, ingeniero, docente y miembro activo de la comunidad, lamenta que para varios bitcoiners “lo único que importa es que el precio aumente”.
De Tezanos Pinto admite, con algo de culpa, que ella también se dedica al arbitraje, es decir, a vender caro y comprar barato. “El arbitraje es suma cero, están las justificaciones: ‘bueno, por ahí alguien está vendiendo bitcoins porque necesita dólares’. Lo que sé es que todo lo que estoy ganando alguien más lo está perdiendo”, afirma.
Para Kassis, ese uso ampliamente extendido es completamente legítimo. “Nosotros los seres humanos somos especuladores. Me parece perfecto que las personas tengamos el derecho de poder resguardar el fruto de nuestro trabajo, nuestro dinero, nuestra energía de la manera más eficiente posible, y Bitcoin restaura ese orden”.
la criptorrepública perdida
Varias organizaciones y empresas bitcoiners y cripto acusaron recibo del escándalo $LIBRA, la memecoin promocionada por Milei con la excusa de que financiaría empresas argentinas. Algunos incluso ligan la estafa, junto a las memecoins lanzadas por Donald Trump, a la posterior caída del precio del bitcoin. Sin embargo, muchos acuerdan con que las señales estaban ahí para quienes querían verlas, incluso si el presidente se presentaba como adepto a las criptomonedas. Fuentes del sector acuerdan con que el Gobierno no hizo cambios regulatorios que facilitaran el intercambio de criptos. Una fuente, con contacto permanente con los reguladores, afirmó que luego del escándalo de $LIBRA es más difícil que ello suceda: hasta la salida del cepo cambiario no habrá novedades.
“Bastante llamativo que Milei lance una memecoin (que irá a cero) antes de desarrollar una estrategia para Bitcoin”, tuiteó Gladstein, de la Human Rights Foundation, el 14 de febrero, antes de que cayera $LIBRA. “Pero va en línea con la vertiente del libertarianismo que dice ‘todo vale, cualquier cripto está bien’”. Kassis piensa igual: “Para Milei es todo lo mismo y bitcoin le parece que es una más. Se cerró mucho, de hecho él se autodefinió como un ignorante del tema. Esa capacidad que tiene él de convencerse de ir para adelante como un torpedo y tirarse de palomita frente a cualquier cosa lo vuelve muy necio”.
Drangosch cree que Milei podría haber mirado a presidentes como Donald Trump en Estados Unidos, que planea tener una reserva estratégica de Bitcoin, o a Nayib Bukele, que la implementó como moneda de curso legal (aunque luego el FMI lo hizo retroceder a cambio de un préstamo). Sin embargo, cree que “ese barco ya zarpó”, ya que quienes podrían haberlo asesorado bien en la materia no forman parte del Gobierno: Ramiro Marra y Diana Mondino, ambos entusiastas bitcoiners. «Fue una oportunidad perdida. Para muchos, ha sido una desilusión”.
En lugar de eso, Milei se rodeó de personajes oscuros como Mauricio Novelli, Manuel Terrones Godoy y Hayden Davis, desconocidos entre los propios entusiastas cripto argentinos. Hoy, el ecosistema pide pista para reemplazarlos. Incluso, mientras el escándalo estalla, creen que hay lugar para emanciparnos a través de la blockchain o para, al menos, practicar con las cripto un libertarianismo bien entendido, con algo de especulación financiera pero sin estafas.
